sábado, 11 de junio de 2011

¡Felicidades señoras y señores periodistas!



Así la vida…


Por Juana Martínez

En Exclusiva (columna semanal).- Cuando el 7 de junio de 1951 se declara el “Día de la Libertad de Prensa” los empresarios de la gran prensa mexicana agradecían, al entonces presidente Miguel Alemán el apoyo a sus medios, con un pergamino en el que 11 directores y gerentes de diversas publicaciones en un emotivo texto reconocían al primer mandatario la “libertad de expresión”,  nacería entonces una práctica anual que incluyó además premiaciones a lo que se consideraba el  mejor trabajo periodístico, en ocasiones justificado y en otras galardón al servilismo.

La práctica de agradecer lo que por obligación corresponde a un gobernante: garantizar la libertad de expresión, llegó a su fin en la época zedillista, el gobierno dejó de calificar el trabajo periodístico, con tristeza para aquellos ávidos de lucimiento y reflectores. Hoy se viven otros tiempos, la efeméride ya no es más una ocasión de lucimiento presidencial ni de volver a premiar a los mismos que siempre se premiaba no precisamente por su trabajo periodístico.

Una sociedad bien informada es una sociedad con mejores expectativas de desarrollo; gobiernos, empresas, sindicatos, partidos políticos, universidades, artistas, futbolistas, oficinistas, estudiantes, amas de casa, obreros, etcétera, buscan siempre informarse a partir del trabajo periodístico. Gabinetes de comunicación, empresas de monitoreo y síntesis analizan día a día y valoran dato por dato, palabra por palabra emitida por los periodistas para mantener informados a diferentes dependencias, empresas, organizaciones y otros de lo que escriben los periodistas.

El periodismo que informa –no la propaganda disfrazada de periodismo ni el epistolar- es una pieza fundamental del devenir de las naciones, una herramienta de interacción social y la esencia en la relación entre países. El periodismo es el motor de las grandes transformaciones;  es imposible pensar en la evolución social sin el periodismo.

Por eso esta fecha debe servir para recordar a las y los periodistas que dieron su vida en el cumplimiento de ese apostolado, para reafirmar cuál debe ser la responsabilidad y el compromiso de los informadores y las informadoras con la verdad, para reafirmar la causa suprema de la tarea de informar y su trascendencia, independientemente del foro por el que se haga, para reflexionar sobre lo hecho y lo que aún no se ha hecho, aún cuando la remuneración mínima sea de apenas cinco mil pesos mensuales o menos.

Esta fecha es para rendir tributo a todos aquellos que, amén de esos bajos salarios, de las malas condiciones laborales, de precariedades familiares y de los inmensos problemas del país, de amenazas y riesgos, no claudican en su objetivo de informar profesionalmente, a todos aquellos que aún cuando se les han cerrados las puertas en algún medio o son víctimas de críticas y de amenazas, buscan una tribuna para seguir informando.

Para aquellos periodistas que ven más allá del exceso de maquillaje, florido lenguaje o preferencias sexuales de los políticos, o las penurias de la vida personal de los artistas, que analizan las propuestas, deficiencias, ineptitudes o aciertos de los gobernantes, empresarios, políticos, etcétera.

Es una fecha para honrar a todos esos informadores que son un referente real y confiable para la sociedad, para todos aquellos que critican no por encargo, para todos aquellos que no sueltan su pluma para tomar un cheque, a aquellos que hacen de los medios impresos, electrónicos y de la Internet  el vehículo no para congraciarse con nadie ni ganar favores ni hacer un ajuste de cuentas literario.

A esos periodistas que se les critica porque critican con bases reales y siguen escribiendo, aun cuando el presidente Felipe Calderón les acusa de ver sólo lo malo, los mismos a los que por salud no leía Vicente Fox o de plano ni los veía ni escuchaba ni hablaba Carlos Salinas, a esos que no se han sumido en una actitud complaciente, mediocre y conformista, a esos que cada día se preocupan por informar más y mejor, a esos profesionales de la información que si algo no saben lo investigan –no lo inventan-, para ellos que se escogieron ser periodistas, viven como periodistas y morirán siendo periodistas es esta celebración.   

Para esos periodistas que han logrado se reconozca la libertad de expresión y enfocan su empeño a ser escuchados, porque no basta que como concesión graciosa se les deje hablar de todo ¡No! Ahora la lucha es por ser escuchados, porque no basta decir a gobernantes que han sido ineficaces sino que escuchen que hay malestar social y que por lo mismo no pueden seguir comiendo del erario público cínicamente aspirar a la Presidencia de la República. En tanto, seguiremos en el camino y hasta la próxima.




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