domingo, 14 de agosto de 2011

El PRI mintió, la Reforma Laboral no tiene futuro

Así la vida
Por Juana Martínez

 
El PRI tras el voto corporativo a costa de la reforma laboral

 * El PRI trata de recuperar la presidencia de la República, pero sin cumplir su palabra empeñada
  * El presidente del desempleo sigue con sus cifras alegres
  * El secretario del desempleo desmiente al INEGI


En Exclusiva.- (columna semanal).- Y pasaron las elecciones del 3 de Julio, fecha que los priistas habían anunciado que esperarían para decidir un periodo extraordinario en el Congreso en el que se discutirían las reformas pendientes, y no pasó nada; sus candidatos ganadores recibieron sus constancias, el único que faltaba de recibirla era el mexiquense Eruviel Ávila, quien mañana la tendrá ya en las manos, y sigue sin pasar nada, pese a que el líder Humberto Moreira había empeñado su palabra en que habría extraordinario después de esos comicios para dar curso a las reformas pendientes. Craso error que cuando el tricolor aspira a recuperar la Presidencia de la República dé muestras de que no sabe cumplir la palabra empeñada.

Si bien las reformas pendientes no son la panacea, pues por ley no se resolverá la delincuencia, el monopolio de los partidos de las candidaturas a cargos públicos ni mucho menos el desempleo, si son necesarias para actualizar las normas a los álgidos tiempos que vivimos. El desempleo especialmente –y dudo que alguien opine lo contrario- es la causa de la violencia delincuencial que se vive: ¿Cuántos  padres de familia, egresados universitarios, rechazados de la educación superior, que no encuentran la salida para poder satisfacer sus más elementales requisitos de subsistencia han optado por el espejismo del jugoso ingreso que promete el delinquir? Pero si hasta los que tienen un buen puesto delinquen y si no pregúntenle a funcionarios del ISSSTE, por decir algo.

El INEGI dio a conocer en la semana la Encuesta Nacional de Empleo, según la cual al segundo trimestre del año 2 millones 600 mil personas se encontraban desempleadas, lo que significa una tasa de desocupación de 5.2% de la PEA. De los ocupados 13 millones 400 mil personas se encuentran en la informalidad, cifra superior en 65 mil personas a la del trimestre previo. De la población que trabaja 30 millones 700 mil son subordinados y remunerados, 10.5 millones trabaja por su cuenta y 3 millones trabaja pero no reciben remuneración. Posteriormente, el secretario más del desempleo que del Trabajo, Javier Lozano,  salió a corregirle las cifras al INEGI y aseguró que al segundo trimestre del año 54% de los mexicanos que tienen una ocupación está en la informalidad, es decir poco más de 25 millones de trabajadores, no 13.4 millones.

La desocupación, pese a las cifras alegres que el “presidente del desempleo” ha dado a lo largo de su sexenio, siguen creciendo y el Artículo 123 que a la letra garantiza que “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social para el trabajo, conforme a la ley”, y el Congreso de la Unión deberá expedir leyes sobre el trabajo, se ha vuelto francamente una vacilada, porque hoy en día los ciudadanos no gozan de ese derecho. Pero eso no importa a los responsables del Poder Legislativo, por eso para ellos la reforma laboral puede esperar a que haya candidatos, que haya comicios, que pasen sus vacaciones, en si a que se les de la gana, al fin que no es su familia la que sufre el desempleo.

Pero ¿qué es lo qué pasa con la reforma laboral? Los perredistas la desean, los panistas la exigen y los priistas sólo prometen, es claro que en su ambición por regresar a la Presidencia quieren estar bien con Dios  y con el Diablo y saben muy bien que una reforma laboral forzosamente tendrá que pasar por la corrupción sindical, por el control que tienen sobre contrataciones, prestaciones, ascensos y condiciones laborales.

Y es que los sindicatos se han convertido en un freno de desarrollo profesional para los trabajadores y en un cáncer para instituciones y empresas que se ven limitadas a avanzar por la carga tan pesada en que se ha convertido no su base laboral, sino los chantajes y exigencias de dirigencias sindicales. Es bien conocido que sindicatos, como el del IMSS, SNTE, STUNAM, SNTM, SUTNOTIMEX, SNPRM y otras perlas más del collar de la corrupción sindical, controlan y obsequian plazas a amigos, parientes y afines a las dirigencias, las venden a otros, señalan quiénes son “merecedores” de ascensos y estímulos, e incluso presionan para que se despida a trabajadores eficientes sindicalizados y no sindicalizados.

 Mediante amagos de huelgas interminables respaldadas muchas veces en supuestas violaciones al contrato colectivo de trabajo ponen en jaque a la parte patronal para que acceda a sus peticiones que en la mayoría de las veces beneficia más a la dirigencia sindical que a la base laboral. Lo ocurrido en LyFC, no justificable por los trabajadores que perdieron su empleo, se apoyo justo en la forma de operar del SME, más que al gobierno habrá que pedir cuentas a la dirigencia electricista.

La reforma laboral pendiente en el Congreso intenta atacar esas desviaciones: Obliga a las dirigencias sindicales a difundir efectivamente la información sobre la administración del patrimonio sindical entre sus agremiados y en caso de sindicatos con más de 150 trabajadores someter esa información a un auditor externo; Elimina el descuento obligatorio por nómina de las cuotas sindicales; Elimina la cláusula de exclusión en los contratos individuales y colectivos; Niega el trámite de emplazamiento a huelga cuando no se precisan las violaciones el contrato colectivo de trabajo; Declara la inexistencia de huelga cuando el sindicato incumple en el emplazamiento y el entallamiento, con los requisitos previstos en sus propios estatutos; Establece requisitos mínimos para iniciar un proceso de huelga por firma de contrato colectivo y evita que ese proceso sea promovido cuando los sindicatos no representan los intereses reales de los trabajadores; Evita que las huelgas se prolonguen indefinidamente. Por otro lado, se regula el outsourcing y se obliga a las empresas de este tipo cumplir con las obligaciones de seguridad y salud para los trabajadores.

La propuesta de reforma laboral acota así el poder sindical y aunque tiene inconsistencias, son esos puntos los que preocupan al priismo porque de apoyarlos se afectaría a las anquilosadas y eternizadas dirigencias sindicales, porque además se formaliza y abre la posibilidad de que en las empresas cohabiten trabajadores propios y externos (outsourcing) lo que resta poder a los sindicatos. Es claro entender entonces por qué los priistas le dan largas a la aprobación de la reforma laboral que ya habían apoyado, si recordamos el voto corporativo que mantuvo en el poder al tricolor por 70 décadas. ¿Quién no recuerda a Fidel Velázquez? Así las cosas. Hasta la próxima que amenazo seguirá siendo cada semana, ahora que regreso de unas placenteras, que no sé si merecidas, vacaciones.

  

No hay comentarios: