domingo, 9 de septiembre de 2012



La Solidaridad de los periodistas.
(A José F. Gante)
Por Juana Martínez

 

Hace meses deje de escribir en este espacio por cuestiones personales, pero hoy regreso de nuevo para hacer una reflexión sobre el trabajo de los periodistas, estos seres que encuentran en la información un motivo para conectarse a la vida con muchos otros. Estos seres que para unos sólo son “chismosos” y para otros una esperanza, la esperanza de que mediante estos seres inquietos sus reclamos, sus anhelos, sus exigencias puedan ser oídas por quien tengan que ser oídas. Un periodista es todo: un ser temido, simpático, amable, adusto, grosero, entrometido, genio, “sábelo todo”, incansable, discreto, indiscreto, amado, odiado, admirado, indeseable, etc., pero a final de cuentas un periodista es un profesionista que se esfuerza por saber todo y estar en todo, casi casi tener el don de la ubicuidad.

En un sismo, una inundación, en hazañas, conflictos y situaciones inusitadas todo mundo espera ver la noticia en un medio de comunicación, sin importar el día, lugar u hora, y siempre hay un periodista que tiene la nota, que tiene la imagen, que tiene un audio. La población puede sentirse segura porque no caminará la vida social diaria a ciegas, siempre habrá un reportero, un articulista, un cronista, un redactor, un fotógrafo, un camarógrafo que le diga qué sucedió mientras dormía y que le oriente y le explique el significado de los hechos.    

La historia fue primero periodismo y el avance de las sociedades no puede entenderse sin el periodismo y los periodistas, como el periodismo no puede existir sin las sociedades. Esta noble actividad, si noble porque, como ya mucho se ha dicho, si a un reportero tuviera que pagársele por el tiempo que dedica a su profesión, por el amor que le tiene y por todo lo que sabe, no habría salario justo para pagar a estos seres, que además ejercen una carrera considerada una de las más peligrosas del mundo. Los periodistas asesinados en la batalla contra la delincuencia, por dar un ejemplo, dan cuenta de ello.

Los periodistas sacrifican horas de sueño, de comida, de convivencia familiar para entregarse  eternamente a su pasión, con la que conviven, piensan, sueñan y despiertan: La noticia. La censura, los despidos injustificados, las amenazas de muerte, los salarios de hambre, lastiman a estos profesionales, quienes también sufren todo tipo de arbitrariedades, pero que sin embargo el amor por su profesión los levanta y los torna osados, insolentes e invencibles.

El periodismo no es una “chamba”, un empleo, una profesión, el periodismo es una forma de vida, como lo aprendí hace muchos años de quien, además de mis maestros de la universidad, en la brega del periodismo mucho me enseñó y me hizo amar esta profesión. A él dedico esta reflexión a mi maestro José Félix Gante Ramírez, para quien sólo puedo tener un profundo  respeto y admiración; a este gran periodista que se encuentra hospitalizado en el Centro Médico “La Raza” de una enfermedad que ha venido mermando su salud desde hace un mes va todo mi cariño. Maestro querido, espero con mucha fe tu pronto restablecimiento. Gracias maestro. (NSCH)

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